Has escuchado opiniones contradictorias referidas a las invocaciones en la doctrina Espírita.
Adversarios gratuitos han pretendido insinuar que en nuestras reuniones imitamos a los magos y las sibilas de la antiguedad, con la intención de especular con sortilegios y filtros supuestamente milagrosos.
Sin haber analizado nuestros principios, otros han llegado a creer que nos apoderamos de los recursos psíquicos para vulgares exhibiciones de hipnotismo, como si colocásemos a los intermediarios de la Nueva Revelación en la categoría de bribones y fantoches.
Sin embargo, es imperioso tener en cuenta, que la institución del Espiritismo, resguarda sus raíces en las nacientes de Cristianismo, simple y claro, con precisas finalidades morales para el perfeccionamiento del alma, como expresión de aquel consolador que Jesús prometió a los tiempos nuevos.
No admitas que podamos convertir las lecciones del Maestro en practicas y formulas cabalísticas. Las enseñanzas del Cristo, vibran con su pureza en nuestros postulados, con los amplios desarrollos que la Codificación Kardeciana les imprimió.
En nuestras asambleas, dedicamos el debido aprecio a cada una de las creencias y confesiones.
Respetamos a los hermanos Católicos, que, con una postura determinada, invocan la Presencia divina y la protección de los Espíritus santificados, en plegarias confiadas y cánticos de loor.
Respetamos a los hermanos islamistas, que varias veces al día, invocan las bendiciones de Alá.
Respetamos a los hermanos budistas, que mediante la liturgia que les es propicia, invocan la paz de Sakyamuni, el bienaventurado.
Respetamos a los hermanos que siguen a Moisés, quienes en diversos preceptos, invocan el amparo del Señor Todopoderoso.
También nosotros, cuando nos reunimos, invocamos la inspiración del Divino Maestro y el concurso de los instructores, que tienen su domicilio en la Vida Mayor, a fin de que podamos orar y estudiar la verdad, para aprender por qué oramos y por qué creemos, puesto que en la doctrina Espírita, sin la pompa del culto externo ni rituales de procedencia alguna, somos convocados a la fe capaz de afrentar a la razón cara a cara.
En cuanto a la actitud religiosa que abrazamos, con las investigaciones científicas y las declaraciones filosóficas de nuestra Doctrina Liberadora, nadie puede olvidarse de que Allan Kardec puso en evidencia la necesidad de la alianza entre el razonamiento y el sentimiento de las jornadas del Espíritu, al dar comienzo a la obra monolítica de la Codificación, con una pregunta acerca de la esencia de Dios.
Del libro Justicia Divina, psicografiado por Chico Xavier, dictado por el espíritu Emmanuel.
que los espíritus superiores nos auxilien en el sendero del amor, atendiendo siempre la Divina sabiduría y sus leyes, conduciéndonos a practicar el bien, y sobretodo como siempre nos enseña el Evangelio saber superar nuestras propias debilidades ante todo vigilando nuestros actos y nuestros pensamientos. No importa cuan difícil sea ese camino y por cuantas pruebas pasemos, el importante es mantenernos fieles a los principios de Jesús que tanto nos enseño. Abrazos Fraternos.
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