domingo, 11 de abril de 2021

Maria de Magdala

 



MAGDALENA

 

La primera visita de Jesús, en la resurrección, es uno de los hechos mas significativos del Evangelio que invita a la meditación profunda y esmerada.

¿Qué importantes razones movieron al Divino Maestro a dejar de lado a tantas figuras más próximas a su vida para resurgir ante los ojos de Magdalena en primer lugar?

No obstante, el gesto de Jesús es profundamente simbólico, en su esencia divina.

Entre los personajes de la Buena Nueva, nadie se violentó tanto a sí mismo para seguir al Salvador, como la inolvidable obsesa de Magdala.

Ni siquiera Pablo de Tarso haría tanto, mas tarde, porque la conciencia del apóstol de los gentiles se apasionaba por la Ley, pero no por los vicios. Pero Magdalena había conocido el fondo amargo de los hábitos difíciles de ser extirpados, había sucumbido al contacto con entidades perversas, permanencia “muerta” en las sensaciones que operan la parálisis del alma. Pero, bastó el encuentro con el Cristo para abandonarlo todo y seguir sus pasos, fiel hasta el fin, en los actos de negación de si misma y en la firme resolución de tomar la cruz que le competía en el calvario redentor de su angustiosa existencia.

Es comprensible que muchos estudiantes investiguen la razón por la cual no se apareció el Maestro, en primer lugar, a Pedro o a Juan, a su Madre o a los amigos. Sin embargo, es igualmente razonable reconocer que, con su gesto inolvidable, Jesús ratificó la lección de que su doctrina será, para todos los aprendices y seguidores, el código de las vidas transformadas para la gloria del bien. Y nadie había transformado la suya, a la luz del Evangelio redentor, como Maria de Magdala.

 

Del libro: Camino, Verdad y Vida, psicografiado por Francisco Cándido Xavier, dictado por el Espíritu Emmanuel.