sábado, 2 de noviembre de 2013

Es miooo


    ¡¡¡Es mioooo!!!

Alguien tenía una pequeña conversación dentro de mi pensamiento y me preguntaba…:

¿De quien es este reloj?...

-¡Pues de quien va a ser!... mio contesté yo.

Y el coche que tienes en el almacén, ¿de quién es?...

-¡También es mió!...

¿No me dirás que el ordenador también es tuyo?...

-¡Pues claro! Estas cosas las he comprado y son mías.

¿Entonces me dirás que la casa la has comprado  y que también es tuya?...

-Pues sí, aunque parezca raro así es.

-Entonces tu cuerpo, ¿de quien es? Quizá me dirás que también es tuyo, que lo has comprado a un precio caro.

-Durante unos momentos no supe que responder, ya que no sabia a quién pertenecía mi cuerpo, mas pronto vislumbré que el cuerpo era mió, ya que Dios me lo había dado para mi evolución, por lo tanto, con mi cuerpo mandaba yo, y podía hacer con él lo que yo quisiera.

-Entonces, cuando tienes una enfermedad y tu no la puedes curar, ¿Quién manda en él?... cuando tu cuerpo desfallece, ¿Por qué no mandas en él y le exiges que continúe?... No seria más correcto el pensar que Dios te ha prestado tu cuerpo para tu evolución, y que cuando el cuerpo termina su misión vuelve al punto que partió. El cuerpo no es tuyo, ya que al fallecer, ¿podrías continuar haciendo uso de él? Mas no es así, o sea, el cuerpo no te pertenece, tan solo es una herramienta prestada para tu propia evolución.

Tenemos ya como punto de partida, que tu tienes algo que no te pertenece y que tan solo está prestado…

- Pero este simple reloj… ¿si que será mió?

¿Con que has comprado el reloj?

- ¡Con que va a ser!... con dinero

¿Y el dinero… de quién es?...

- ¡De nuestra nación!

¿Y tu nación, de quién es?

-Parece ser que no puedo tener ni un simple reloj.

-Ahora recuerdo que antes me habías citado que el coche era tuyo.

-Esto no me lo podréis negar, ya que ha sido ganado limpiamente con el sudor de mi frente.

-Yo no te llevo la contraria, solo citaré una anécdota, que este simple caso ocurre muchas veces…

Un señor va con toda a ilusión a comprarse el mejor coche que existe en el mercado, pero le dice al comerciante… ¡quiero que sea también el mas seguro! Le piden mucho dinero, la cual él paga muy gustosamente. Se pone en carretera y piensa ¡Cuánto trabajo he tenido que realizar! ¡Cuánto he tenido que ahorrar! Pero al fin podré gozar de la libertad, de la velocidad, de la seguridad… En unos momentos suena el móvil y atiende la llamada, esta se hace extensa y se olvida del vehículo. En una pequeña distracción, concentrado con la conversación del teléfono, se le acerca una curva muy cerrada  en la cual no le es posible mantener su vehiculo… la libertad, la velocidad, la seguridad, todo se pierde en unos instantes. El cuerpo queda aprisionado en un montón de chatarra. El Espíritu vuela al más allá, observando como aquella ilusión se desvanecía, dándose cuenta, que aquel hermoso coche, vuelve a su punto de origen. Mi pregunta es la siguiente… ¿Por qué no se lleva este señor lo que le pertenece? ¿Por qué ha de dejarlo todo aquí?... Porque todo es de Dios, a Él todo le pertenece.

-Entonces… ¿mi casa de quién es? Pregunto dentro de la duda.

-La habrás podido comprar, o quizá la hayas heredado de tus familiares, quizá tus hijos la heredarán de ti, pero la casa continuará estando aquí, se reformará, se restaurará, pero como toda materia, tiene su principio y su fin.

-O sea, ¡que me está diciendo que ni la casa es mía!

-Pues no, todo pertenece a Dios.

-Aquí existe un error, puesto que si yo no trabajo, no gano dinero, y si no gano dinero, nadie vendrá a darme absolutamente nada.

No, así no es, tú trabaja honradamente, que Dios ya te irá dando aquello que te haga falta en su momento oportuno.

Cuando el matrimonio compra una casa y va al notario para arreglar la escritura y os pregunta… ¿A nombre de quién ponemos la casa?......... Responded siempre…. “A nombre de Dios”.

Escrito por: José Modesto Garcia