sábado, 27 de febrero de 2016

La mujer adultera



La mujer adultera

   Vamos a hacer un estudio muy profundo basado en el evangelio de San Juan Capitulo 8.
    Dividiremos el estudio en tres partes, la primera parte, pondremos lo mismo que nos pone en el evangelio de la Biblia de referencia Thomson, edición milenio. La segunda parte, analizaremos el porque esta mujer llegó a ser adultera y si fue empujada por alguien, y la tercera parte analizaremos lo que ocurrió después de que Jesús le dijo Vete y no peques mas.
   En medio del estudio, nos detendremos y analizaremos datos que apenas se le da importancia, pero que el Espiritismo nos aclara.
   La letra en rojo, es la expresión de Jesús.

        Cada uno se fue a su casa; y Jesús se fue al monte de los olivos.
Y por la mañana volvió al templo y todo el pueblo vino a Él; y sentado Él, les enseñaba. Entonces los escribas y los fariseos le trajeron una mujer sorprendida en adulterio; y poniéndola en medio, le dijeron; Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en el acto mismo del adulterio. Y en la Ley, nos mandó Moisés apedrear a tales mujeres. Tu pues, ¿que dices?
   Mas esto decían tentándole para poder acusarle. Pero Jesús, inclinado hacia el suelo escribía en tierra con el dedo.
   Y como insistieran en preguntarle, se enderezó y les dijo: El que de vosotros esté sin pecado sea el primero en arrojar la piedra contra ella. E inclinándose de nuevo hacia el suelo, siguió escribiendo en tierra. Pero ellos, al oír esto, acusados por su conciencia, salían uno a uno, comenzando desde los mas viejos hasta los postreros;  y quedó solo Jesús y la mujer que estaba en medio. 
   Enderezándose Jesús, y no viendo a nadie sino a la mujer, le dijo: Mujer, ¿donde están los que te acusaban? ¿Ninguno te condenó? 
   Ella dijo: ninguno, Señor. Entonces Jesús le dijo: Ni yo te condeno, vete y no peques más. 

   Tenemos a una mujer que a cometido un error, pero el hombre que también cometió el mismo error, no lo trajeron a la plaza para apedrear...Y esta señora, ¿porque motivo llegó a cometer esta falta? ¿fue empujada por algo?
   Jesús estaba escribiendo en el suelo...¿Que escribía?... Nos aclara un Espírita celebre.... ¡Verdad que cuando alguien está leyendo en algún lugar, aquel que se encuentra a su lado quiere ver aquello que esta leyendo, aunque sea de reojo! ...... Jesús estaba escribiendo en el suelo, y los que se encontraban a su alrededor miraban lo que estaba escribiendo.... Jesús escribía....LADRÓN y aquel que lo leía, recordaba en su intimo lo que había robado. HIPÓCRITA , también recordaba la hipocresía que había hecho. Y así sucesivamente con todos.


   A continuación, analizaremos una segunda parte que la sacaremos del libro Trigo de Dios Psicografiado por Divaldo Franco, y dictado por el Espíritu Amélia Rodrigues.


   Capítulo...: La conciencia de culpa.

   La noche esplendorosa estaba adornada por diamantes estelares que titilaban a lo lejos, en poema de incomparable armonía.
   Jesús había buscado el Monte de los Olivos para meditar, preparándose para enfrentar la intriga traicionera de la habilidad farisea.
   Él conocía a las criaturas humanas y sus infinitas flaquezas.
   Al dedicarse a la iluminación de las conciencias humanas, sabia que los largos milenios de ignorancia no podían ser erradicados en un momento con el impacto de emociones apresuradas.
   Cuando el hombre avanza en el vicio durante muchos años, si desea abandonarlo, debe recorrer un camino casi equivalente para desintoxicarse y liberarse de él.
   De este modo, el dialogo con las criaturas astutas Le resultaba penoso, porque se encontraba ante enfermos morales graves disfrazados de apóstoles de la salud, y ante criminales de conciencias ultrajadas, que se presentaban como fieles servidores del orden, del bien y de la justicia.
   Cuando aun soplaban los vientos fríos del amanecer, Él descendió a la ciudad de Jerusalén, y se dirigió hacia el Templo.
   Su fama lo transcendía en todas parte.
   Ávidas multitudes Lo seguían o se anticipaban a Él, donde quiera que se presentara.
   Se aproximaban ya los días de Sus grandes dolores, y el fermento de la intriga, aumentaba el volumen de las hostilidades en contra de Él.
   Buscaban Sus enemigos gratuitos, esos permanentes adversarios del progreso, motivos para incriminarlo, uniendo la envidia y las acusaciones viles a los sórdidos programas tramados contra Su amor.
   Los hombres pequeños, los pigmeos, odian a los gigantes. Incapaces de enfrentarlos, se valen de la artimaña y del fraude, de la mentira y de la pusilanimidad para alcanzar las metas que persiguen.

   El Templo estaba colmado. Era el orgullo de la raza, y la presencia del Nazareno, provocaba especial interés en la curiosidad general.
   Después de comentar al público el texto libremente abierto, Él salió al atrio, y allí,  bajo los rayos dorados del Astro Rey, prosiguió desgranado comentarios sobre la Ley, como si aguardase un grave acontecimiento.
   De repente, un alarido interrumpió su alocución, y los fariseos, astutos, arrojaron a una mujer indefensa al suelo, en medio del circulo de curiosos que se había formado, comenzaron a acusarla torpemente.
   La pobre había sido encontrada en flagrante delito de adulterio, y merecía la lapidación. Como Él pregonaba el amor, ¿Cual era la actitud que se debía tomar?
  Tal era la interrogación general, hábil y perversa.
   Narra Juan, que la mirada misericordiosa del Maestro penetró en el alma herida, y a su vez, propuso que ella fuese apedreada por aquellos que estuviesen exentos de pecados.
   Como resultado, todos se fueron por ser inveterados pecadores, quedando solamente la oveja descarriada y Su Pastor abnegado.
   Como nadie la había castigado, Él también la eximió de la punición, proponiéndole que no retornase al error generador de tantos martirios.

   El adulterio era y sigue siendo un grave crimen, merecedor, en aquella época, de severo castigo, hasta la muerte de la rea mediante la lapidación.
   Se condenaba a la mujer que herraba en su fragilidad, sin examinar la responsabilidad del cónyuge o la culpa de aquel que delinquiera y la llevara al desliz.
   La pobre criatura, a partir de aquel instante, dio un nuevo rumbo a su existencia, después de oír al Maestro generoso en el silencio de aquel día, cuando las sombras de la noche se abatieron sobre la Tierra.

   (Aquí empieza el relato de aquel que empujó a la mujer al error)

   Pero su desdichado compañero, aquel rebelde que había arrojado al abismo, no fue llevado a la plaza del juzgamiento y la condena.
   Los conceptos arbitrarios de la justicia humana lo eximieron de la humillación, y el pervertido, prosiguió con sus hábitos de torpes conquistas.
   El voraz gavilán, se lanza de una a otra víctima indefensa, dejándolas, insaciado, en el abandono, destrozadas...
   De ese modo, se había convertido en héroe entre los amigos venales que exaltaban su virilidad y capacidad de seducción.
   Pasados unos pocos días del infausto acontecimiento, continuó su dañina carrera de sensualidad alucinada.
   Pero los años corrieron rápido para su licenciosidad.
   A pesar de haber destruido un hogar y despedazado los sentimientos que había despertado de su crimen, sin tomar conciencia de él.
   Entretanto, la culpa urde en las telas de lo infinito, los medios de reparación, pues nadie huye de sí mismo.
   Diez años después de la dolorosa escena en la plaza del Templo, el antiguo seductor se encontraba vencido por una dermatosis sifilítica que lo había retirado del "Libro de los Vivos", y finalmente, había sido expulsado de la ciudad bajo la sospecha de lepra...
   Después de vagar sin rumbo, abatido e infeliz, comenzó a recordar a sus victimas, cuando casi desfallecido, fue recogido en la Casa del Camino,  en el camino de Jope.
   Allí recibió de las manos caritativas de Simón Pedro, el tratamiento adecuado y el apoyo moral para sus llagas íntimas.
Oyendo hablar de Jesús, no pudo huir de la fascinación del Maestro, y frecuentemente lloraba arrepentido.
   Una noche, al sentirse reanimado ante la paciencia y la gentileza del ex-pescador, le narró a este su drama íntimo con inmenso dolor en el alma, porque ahora pensaba diferente.
   Pedro recordó la escena inolvidable, y también se conmovió.
   La nostalgia de Jesús volvió a sus sentimientos, y después de escuchar la confesión del culpable desconocido, procuró disminuir el peso de su fardo moral, hablándole del futuro y de las posibilidades de redención.
   Le contó como había negado él a su Amigo, a quien amaba, y no obstante, estaba allí, rehabilitándose...
   Pidiendo ser admitido como servidor arrepentido, el antiguo conquistador, que había dejado huellas de sombras por el camino, comenzó su atención atendiendo a los hijos del Calvario, en ese santuario de fraternidad que fuera levantado en nombre del Crucificado sin culpa, que ante la mujer adúltera prescribió el perdón, teniendo en cuenta que sus acusadores eran, a su vez, todos ellos, también culpables.

   
   Hasta aquí hemos visto que la culpabilidad de la falta que cometió, lo llevo, con el tiempo y la enfermedad, que no es otra cosa que la justicia Divina por la causa cometida, a la Casa del Camino, siendo expulsado del pueblo por la enfermedad de la sífilis o posible lepra. 
   A continuación, analizaremos la tercera parte, y sabremos lo que ocurrió a la mujer después de levantarse y escuchar a Jesús que decía... Vete y no peques mas.

   El siguiente estudio vendrá del libro... Por los Caminos de Jesús... Psicografiado por Divaldo Franco y dictado por el Espíritu Amélia Rodrígues.

Capitulo...: Encuentro de reparación.

   El diálogo en la plaza soleada, en el que la mujer adúltera fue comprendida por Jesús, se convirtió en un esperado escándalo.
   Sorprendentemente, el Maestro no censuró el delito recomendando la lapidación de la equivocada, ni la liberó de su responsabilidad considerándola inocente.
   Se refirió, eso sí, a la liviandad de los acusadores que incurrían en el mismo crimen.
   Tal actitud había desconcertado a los intrigantes y vengadores gratuitos que se revelaban contra la terrible llaga del organismo social: el adulterio, olvidándose de que junto a la mujer caída, se encontraba el compañero que había cometido el mismo error.
   Superada la sorpresa y una vez dispersa la multitud sedienta de sangre, el Señor a solas con la infortunada, le recomendó que no volviese a pecar, a fin de que no le sucediese un mal peor, conforme era habitual.
   Aquella noche, entre tanto, cuando el episodio estaba casi olvidado, inclusive entre los discípulos, la mujer --decidida a imprimir un nuevo rumbo a su existencia-- buscó al Amigo Divino en la vivienda que Lo hospedaba.
   Demostrando, en el constreñimiento que exteriorizaba, todo el drama y el sufrimiento mortificantes, solicitó y consiguió una entrevista con Aquel, gracias a cuya intervención había salvado su vida.
   El Señor, que comprendía la angustia que la apuñalaba, aguardó el inicio de la conversación edificánte saludándola con cariño y sin afectación.
   - Ruego perdón- dijo ella, reticente- por venir a perturbaros la paz.
   -La verdadera paz- respondió Él con calma- es la que fluye del corazón aclimatado al culto del deber, a la que nada perturba. "Habla tranquila, te escucho..."
   - Me siento aturdida- le dijo llorando-, sin saber que rumbo darle ami existencia. Luché mucho antes de caer... El seductor siguió mis pasos como el lobo voraz tras la presa descuidada...
   "Mi esposo, transcurridos los primeros días de la novedad conyugal, volvió a sus alegres trasnochadas, dejándome sola... enferma del alma y carente de bondad, me dejé envenenar por tormentos que no merecen compasión.
   "Con sed de ternura, me embriagué de concupiscencia y, ansiosa por el agua pura del amor, me sumergí en el lodazal de los deseos enfermizos. El resultado fue la tragedia...
   "Abandonada y sin hogar, ahora padezco el desprecio y la burla general, sin saber que camino seguir ni como actuar.
   "Os pido un derrotero y una lámpara ardiente de esperanza, a fin de proseguir...
   Jesús penetró en aquella alma ansiosa y sufrida, encontrando en ella los dolores de la Humanidad a trabes de los tiempos. Y consideró, bondadoso:
   -La paciencia y la confianza en Dios serán las dos providencias iniciales que permitirán la cura y la renovación de tu salud. El error cometido gravita en el conjunto social y sobre carga la conciencia culpable.
   No tiene importancia lo que los demás piensan de nosotros, ni el cobro despiadado con que desean hacer justicia. Lo vital es el problema íntimo, y solamente cuando el hombre se reintegra en el concierto del orden y del bien, puede disfrutar de la tranquilidad.
   "Ármate de humildad y confía en el mañana.
   "La memoria del pueblo es débil y olvida rápidamente las virtudes del prójimo, En cambio, es firme, clara y duradera respecto las faltas ajenas, recordadas siempre con el ácido de la acusación y los condimentos de la malicia.
   "El ejemplo que surge del arrepentimiento se transforma en la defensa del equivocado, que, de este modo repara ante el Padre, ante si mismo y la sociedad, el engaño perpetrado.
   -¿A donde iré ahora? -preguntó, vencida.
   "Las aves del cielo tienen sus nidos, las serpientes y fieras sus cubiles, pero el Hijo del Hombre no tiene donde refugiarse, viviendo bajo la bóveda estrellada y avanzando en dirección al Infinito...
   "Busca, pues, la oportunidad de la reparación, adaptate a la situación actual y aguarda el mañana, con la disposición de quien comprende el perjuicio causado a sí mismo al haber desperdiciado el hoy.
   "La negligencia del esposo ingrato y vicioso no debió ser motivo de respaldo para que asumieses un compromiso infeliz como ese. Y puesto que él también está enfermo y vive en un organismo comunitario alienado del amor, no está en condiciones de extenderte su mano amistosa cuando lo necesitas, y conforme de ti en el futuro igualmente dependerá.. La vida está hecha de permutas que facilitan la felicidad para todos, y sin cuyo concurso ésta se hace más difícil..
   "Continua, pues, renovada por la certeza del triunfo, pues todo aquel que se levanta de la caída encuentra en la fe y en la lucha, el apoyo necesario para sostenerse.
   "El Padre Creador no desampara a ninguno de sus hijos y vela con dedicación por todos ellos.
   Se hizo un silencio profundo y conmovedor, y fue la mujer quien lo rompió, al rogarle:
   -Permitidme seguiros, en mi pequeñez y dadme Vuestra bendición.
   Jesús envolvió a la sufriente en una honda de ternura sin igual y, levantándola, puesto que se había postrado conmovida a Sus pies, concluyó:
   "Ve, hija mía, y no sufras mas, aquellos que se arrepienten y buscan una oportunidad para redimirse, la encuentran. Siempre hay un lugar en el rebaño del amor para las ovejas que vuelven y desean avanzar.
   "Donde quiera que vayas, Yo estaré contigo, y la luz de la verdad, en la antorcha del bien, brillara delante, iluminando tu camino.
   En el cielo silencioso, la sinfonía de los astros irradiaba su fulgurante luz, señalando el futuro.

   Diez años después, en la ciudad de tiro, una casa humilde de aspecto y rica en amor recibía peregrinos cansados y enfermos que no tenían a nadie.    (Recuerdan antes citado, la Casa del Camino)
   Una mujer, que llevaba en su desgastado rostro los vestigios de una gran belleza, ahora en decadencia, reunía allí a los infelices, limpiaba sus llagas, y les hablaba de Jesús.
   Por esa causa, era muy querida y respetada por todos.
   En un atardecer ameno, llegó, traído por las manos piadosas, un hombre ulcerado, en extrema penuria, agobiado bajo el fardo de mil vicisitudes.
   Recogido con cariño, sus llagas fueron lavadas y aliviadas con ungüentos medicamentosos, y recibió un caldo reconfortante de manos de la caridad.
   Como se recobró un poco del desaliento que lo abrumaba, oyó el mensaje del estímulo, en nombre de Jesús, enunciado con fervor y cariño por la desconocida benefactora.
   Emocionado, y casi sin vitalidad, preguntó con interés:
   -Este Jesús al que te refieres, ¿es el galileo que fue crucificado en Jerusalén.
   -Si, es El mismo. Murió por nosotros, pero volvió a nuestro lado para nunca mas dejarnos.
   -¿Y tu lo conociste, para tener la certeza de que Sus enseñanzas son verdaderas?
   -Si, Lo conocí en cierta oportunidad, cuando Él me salvó...
   -Yo también tuve el honor de conocerlo- respondió el moribundo, casi sin fuerzas- pero no supe beneficiarme. A ti te salvó, pero yo, egoísta y malo, Lo detesté, alejándome de Su presencia confundido y amargado.
   -¿Que te hizo Él para que huyeses ofendido?
   -Salvó a mi mujer, que había cometido adulterio contra mí, y no me concedió una palabra, siquiera, de consuelo. No pude comprenderlo aquella vez.
   Abandoné a mi compañera, a quien hiciera tan infeliz con mis vicios, y me envenené de dolor.
   Pasados los años, y habiendo despertado a la verdad, la he buscado en vano por todas partes, hasta que la enfermedad devoró mi cuerpo, y aquí estoy...
   Embargada por las emociones desenfrenadas, en aquel momento la mujer recordó la plaza, el dialogo, la noche con el Maestro una década antes, y reconoció al compañero del pasado. Sin decirle nada, lo tomó de la mano suavemente y lo consoló:
   -El arrepentimiento del error, la confianza en Dios y la paciencia, son los primeros pasos hacia la reparación de cualquier delito.
   "Dios es amor y, por eso mismo, Jesús nunca está lejos de aquellos que, Lo quieren y Lo buscan.
  "Ahora duerme en paz mientras yo velo, pues nosotros dos ya Lo hemos encontrado.


   Pocos comentarios se pueden añadir, lo que si podemos estar ciertos, que, aunque no ocurra en nosotros en la misma reencarnación, ocurrirá en la siguiente o en otra. La solución a nuestros problemas es perdonar siempre y reparar las faltas, y no nos preocupemos, que por pesado que sea el fardo, Jesús va delante nuestro allanado el terreno para que podamos avanzar. Su amor, siempre vencerá, aunque tengamos que llorar muchas veces.
   El peso del dolor nos hace recapacitar y en muchas ocasiones, nos hace volver al camino recto.
   Vivamos con amor Cristiano, y no tengamos miedo de enfrontar las vicisitudes, ya que el tiempo y la fe en Dios lo curan todo, como bien hemos visto.