MAGDALENA
La primera
visita de Jesús, en la resurrección, es uno de los hechos mas significativos
del Evangelio que invita a la meditación profunda y esmerada.
¿Qué
importantes razones movieron al Divino Maestro a dejar de lado a tantas figuras
más próximas a su vida para resurgir ante los ojos de Magdalena en primer
lugar?
No obstante,
el gesto de Jesús es profundamente simbólico, en su esencia divina.
Entre los
personajes de la Buena Nueva, nadie se violentó tanto a sí mismo para seguir
al Salvador, como la inolvidable obsesa de Magdala.
Ni
siquiera Pablo de Tarso haría tanto, mas tarde, porque la conciencia del apóstol
de los gentiles se apasionaba por la Ley, pero no por los vicios. Pero Magdalena había conocido el
fondo amargo de los hábitos difíciles de ser extirpados, había sucumbido al
contacto con entidades perversas, permanencia “muerta” en las sensaciones que
operan la parálisis del alma. Pero, bastó el encuentro con el Cristo para
abandonarlo todo y seguir sus pasos, fiel hasta el fin, en los actos de negación
de si misma y en la firme resolución de tomar la cruz que le competía en el
calvario redentor de su angustiosa existencia.
Es
comprensible que muchos estudiantes investiguen la razón por la cual no se
apareció el Maestro, en primer lugar, a Pedro o a Juan, a su Madre o a los
amigos. Sin embargo, es igualmente razonable reconocer que, con su gesto
inolvidable, Jesús ratificó la lección de que su doctrina será, para todos los
aprendices y seguidores, el código de las vidas transformadas para la gloria
del bien. Y nadie había transformado la suya, a la luz del Evangelio
redentor, como Maria de Magdala.
Del libro: Camino, Verdad y Vida, psicografiado por
Francisco Cándido Xavier, dictado por el Espíritu Emmanuel.