Esa tristeza que te domina, amargando tus horas, es una grave enfermedad que debes combatir a partir de ahora.
Ninguna complacencia para con ella, ningún justificativo engañoso para aceptarla. Los argumentos de infelicidad y de insatisfacción no son más que sofismas y mecanismos de evasión de la realidad.
Todos tienen problemas, con un inmenso universo de prestaciones. Su ausencia generaría, por lo tanto, desmotivación para la lucha, para el progreso.
Esa nostalgia deprimente, que te aliena y te consume, es una advertencia cruel, a la que te entregas libremente sin reacción, ampliando su campo de dominio a medida que le cedes espacio.
Sea cual fuere la razón, fundamentada en acontecimientos actuales, debes transformarla en una bendición que te invita a la reflexión, y no al desaliento.
La tristeza es morbo perjudicial para el organismo, es peste que consume la vida.
Todo al rededor tuyo es un himno de alabanza, de alegría, de gratitud a Dios. Obsérvalo bien.
Solamente el hombre, porque piensa, se deja dominar por la tristeza, cayendo en los oscuros conflictos de la rebeldía.
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Esa tristeza puede resultar de dos factores, entre otros: reminiscencia de tu pasado espiritual y perturbación con repercusión obsesiva.
En el primer caso, las impresiones pesimistas deben ser eliminadas, liberándolas del inconsciente mediante la presión de ideas nuevas, agradables, positivas, que tienes la obligación de cultivar, insistiendo en registrarlas en los paisajes mentales.
Si te acostumbras a pensar bien, superarás los recuerdos malos.
Los hábitos se enraízan porque se repiten, dominando los automatismos de la mente y del cuerpo.
En la segunda hipótesis, el hospedaje mental y emocional de Entidades desencarnadas, malévolas, ocurre porque logran sintonizar con tus ondas psíquicas, estableciendo un contacto hipnótico que se agrava con el tiempo.
En ambos casos, te encuentras en deuda con las soberanas Leyes de la Vida.
Con todo, no reencarnaste solamente para pagar,sino para resarcir con amor, liberándote de los compromisos negativos mediante las acciones relevantes.
Eres candidato a las cumbres de la montaña, y no un condenado a las galeras en las sombras del remordimiento inútil o en el charco de las lágrimas perdidas.
Si permaneces en la situación infeliz, te tornas victima de ti mismo. No obstante, si resuelves salir del caos, te transformas en tu propio psicoterapeuta.
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Apenas una vez Jesús se dejó de vestir de tristeza, de amargura. Fue en Getsemaní, cuando solo Él velaba, mientras los amigos cerca de allí dormían, a pesar de que esa era la hora decisiva, previa al final. Y lo permitió por piedad para con los compañeros faltos de vigilancia, que no se daban cuenta de la gravedad del momento.
Él siempre cultivó la alegría de la esperanza, la bendición de la salud, la dádiva de la paz.
El Suyo fue el ministerio del júbilo, de la transformación del hombre y del mundo viejos en una criatura y una sociedad enteramente nuevas.
El renacimiento es victoria sobre la muerte. Es alegría que procede de la liberación.
Rasga, pues, esa mortaja de sombras bajo la cual ocultas todas tus posibilidades de triunfo, y sal a sembrar fraternidad en la gran viña que te aguarda.
Realiza un encuentro nuevo y actual contigo mismo; examínate mejor, sin deplorar la situación que te encuentras, y ve en la dirección del éxito. Esto es fundamental, no como un pago, sino como un deber que te falta cumplir a fin de recuperarte. Dios te concede este derecho y tienes que corresponderle, usándolo en tu beneficio.
Probablemente sufres presiones, que son una falta de humanidad, pero tuya es la sumisión a esa fuerza opresora que aceptas.
Si en verdad quieres salir de la tristeza, puedes hacerlo. De lo contrario, eres responsable por ella si en ella te complaces, lo que equivale a una seria enfermedad.
Él siempre cultivó la alegría de la esperanza, la bendición de la salud, la dádiva de la paz.
El Suyo fue el ministerio del júbilo, de la transformación del hombre y del mundo viejos en una criatura y una sociedad enteramente nuevas.
El renacimiento es victoria sobre la muerte. Es alegría que procede de la liberación.
Rasga, pues, esa mortaja de sombras bajo la cual ocultas todas tus posibilidades de triunfo, y sal a sembrar fraternidad en la gran viña que te aguarda.
Realiza un encuentro nuevo y actual contigo mismo; examínate mejor, sin deplorar la situación que te encuentras, y ve en la dirección del éxito. Esto es fundamental, no como un pago, sino como un deber que te falta cumplir a fin de recuperarte. Dios te concede este derecho y tienes que corresponderle, usándolo en tu beneficio.
Probablemente sufres presiones, que son una falta de humanidad, pero tuya es la sumisión a esa fuerza opresora que aceptas.
Si en verdad quieres salir de la tristeza, puedes hacerlo. De lo contrario, eres responsable por ella si en ella te complaces, lo que equivale a una seria enfermedad.
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"Alegraos", propuso Jesús, "ha llegado hasta vosotros el reino de Dios."
Ese reino está dentro de nosotros, esperando ser descubierto y habitado.
Te aguarda, desafiante. Llegó hasta donde estás. Da un paso en su dirección, penétralo, déjate llevar por él y alégrate para siempre, como héroe que concluirá la lucha.
Del libro...: Jesús y la actualidad, psicografiado por Divaldo Franco, dictado por el espíritu Joanna de Ángelis... La negrita es solo para remarcar.